lunes, 30 de junio de 2008

David Jiménez recoge el Primer Premio Internacional de Literatura de Viajes Camino del Cid

El periodista David Jiménez ha recogido hoy en Teruel el Primer Premio Internacional de Literatura de Viajes Camino del Cid en un acto celebrado en el Museo Provincial de la capital turolense. En el evento se han dado cita los representantes de las diferentes diputaciones que forman parte del Consorcio Camino del Cid, siendo la anfitriona la Diputación Provincial de Teruel que, actualmente, ostenta la presidencia de la institución cidiana.

Jiménez se ha alzado con el galardón con su primer libro Hijos del Monzón (Editorial Kailas), un ejemplar que recoge la historia de diez niños asiáticos condenados a vivir en la miseria. Gran conocedor del continente asiático (es corresponsal del periódico El Mundo en Asia), Jiménez ha expresado su satisfacción por el premio aunque ha reconocido que ningún autor debería lanzarse a escribir este libro. “Nadie debería escribir sobre niños que viven en alcantarillas o que son obligados a subirse a un ring para poder mantener a su familia”, ha señalado el autor.


David Jiménez recoge el premio de manos del vicepresidente

de la Diputación Provincial de Teruel, Inocencio Martínez



El Primer Premio Internacional de Literatura de Viajes Camino del Cid es un galardón único en España ya que, por primera vez, se premia al mejor libro de literatura de viajes ya editado y, además, reconoce la labor de la editorial responsable de la publicación, en este caso, Kailas. El editor, Ángel Fernández, que ha recogido el premio de las manos del vicepresidente de la Diputación Provincial de Teruel, Inocencio Martínez, ha comparado al autor con el Cid “David ha sido un caballero muy valiente para escuchar a los desheredados. Sin duda, encarna algunas de las cualidades de nuestro héroe nacional”.


martes, 24 de junio de 2008

Presentación - LA CIENCIA DE LA FELICIDAD de Ramiro Calle

El pasado 14 de junio Ramiro Calle presentó su último libro, La ciencia de la Felicidad, en la el pabellón de la Fundación Círculo de lectores.















El acto, presentado por Ángel Fernández Fermoselle, editor de Kailas, reunió a más de un centernar de personas, que disfrutaron de las sabias reflexiones del autor.


viernes, 20 de junio de 2008

'Hijos del Monzón', de David Jiménez, el mejor libro de literatura de viajes de 2007 (El Mundo)

ELMUNDO.ES
MADRID
.- Los "estremecedores testimonios" del libro Hijos del Monzón, escrito por el corresponsal de EL MUNDO en Asia David Jiménez, han llevado al jurado a concederle el Primer Premio Internacional de Literatura de Viajes Camino del Cid.

El galardón, promovido por el Consorcio Camino del Cid, nació con el objetivo de premiar, por un lado, al mejor libro de este género editado en 2007 y, por otro, a la editorial responsable de la publicación. 'Hijos del Monzón' es pues el mejor libro de literatura de viajes editado el pasado año.

David Jiménez (Barcelona, 1971) es corresponsal de El Mundo en Asia desde 1998. Gran conocedor de este continente, nos relata en Hijos del Monzón la historia de diez niños asiáticos condenados a vivir en la miseria.

Niños que viven de lo que sacan de los despojos de los camiones de la basura en las afueras de la ciudades, niños contagiados de SIDA a través de sus madres, niños que, con tan sólo 12 años y apenas 30 kilogramos de peso, tienen que subirse a un ring y boxear contra un rival, que también busca salir de una vida marcada por el hecho de haber nacido en alguno de los lugares más miserables del planeta.

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jueves, 19 de junio de 2008

HIJOS DEL MONZÓN, mejor libro de literatura de viajes de 2007

HIJOS DEL MONZÓN

obtiene el I PREMIO INTERNACIONAL

DE LITERATURA DE VIAJES

“CAMINO DEL CID” 2008



El jurado formado por Javier Reverte, Jon Sistiaga y Eduardo Jordá, ha escogido la obra de DAVID JIMÉNEZ editada por Kailas como el mejor libro de literatura de viajes publicado en 2007 “por su capacidad para narrar testimonios estremecedores en un libro soberbio”.


Hijos del monzón narra las historias de diez niños asiáticos condenados a vivir en la miseria.


- El premio ha sido convocado por el Consorcio Camino del Cid, que celebra los 800 años del Cantar.

- Está dotado con 15.000 euros (10.000 para el autor y 5.000 para la editorial).

- 30 librerías de las 8 provincias por las que discurre el Camino del Cid han colaborado en la selección de los 6 finalistas, entre los que se encontraban autores como Cees Nooteboom, Mauricio Wiesenthal, Ian Baker o Alfonso Armada.

- Se presentaron un total de 49 obras.


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miércoles, 18 de junio de 2008

David Jiménez con los alumnos del aula de apoyo de Ángeles Rodriguez


El viernes pasado, David Jiménez, autor de Hijos del monzón, compartió después de el acto de presentación de su libro en el Club Faro de Vigo, unos minutos con los alumnos de la clase de apoyo de Ángelese Rodriguez, en la que intercambiaron impresiones con sobre el libro y David les abrió los ojos hacia el mundo sobre el que él informa.

martes, 17 de junio de 2008

“El trabajo de corresponsal es hoy más peligroso que nunca”


David Jiménez es autor del libro Hijos del Monzón (Kailas), las historias reales de diez niños, de otros tantos países asiáticos

Asia no solo concentra los países con mayores índices de crecimiento económico. Junto a los que han esquivado la pobreza con ingenio y tesón conviven quienes han perdido el tren del progreso. David Jiménez habló en el Club Faro de esos desfavorecidos. Lleva diez años cubriendo para su diario cerca de 25 países de Asia y Oceanía. “China es quince veces España –recuerda–. Aunque pasase en Asia cien años como corresponsal no podría llegar a decir que conozco el continente”

RAFA LÓPEZ

Jiménez ha reunido en el libro “Hijos del Monzón” (Kailas) las historias reales de diez niños, de otros tantos países asiáticos, que han luchado contra la miseria y la indignidad.

¿Corea del Norte es el país más difícil de Asia en cuanto a la cobertura informativa?
Es una cárcel, una dictadura brutal que ha conseguido encerrar a sus 22 millones de habitantes en el país. Nadie puede entrar ni salir. Es el más difícil no sólo de Asia, sino del mundo, para que entre un periodista.

¿Podrá salir adelante adoptando el modelo chino?
Lleva años diciéndose y no acaba de ocurrir. El país ha sufrido grandes hambrunas y es uno de los tres más pobres del mundo. La única solución es que el país se abra, en un principio económicamente, y eso daría pie a que se abriese también político.

¿Cuál ha sido el acontecimiento que más le ha calado?
Los primeros años fueron los que más impacto me causaron. La primera vez que vi un muerto por disparo fue en las manifestaciones de Yakarta, en 1998. La primera guerra que cubrí fue la de Timor, que me causó un impacto especial, y fue en la que más cerca estuve de morir. En Birmania me impresionó el valor de la gente al desafiar una dictadura brutal y la reacción del ejército disparando a gente desarmada. El periodista japonés que murió estaba muy cerca de mí. Es triste ver que la gente paga con la vida cuando por fin se decide a actuar contra la dictadura.

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lunes, 16 de junio de 2008

Jiménez: ´Siempre habrá pobres, pero no se puede permitir la indignidad´

De izquierda a derecha: Ángel Fernández Fermoselle, David Jiménez,
Marisa Real (Directora del Club Faro de Vigo) y Jesús Cancelo.


El corresponsal en Asia habló en el Club Faro
de los que perdieron el tren del progreso en el continente


RAFA LÓPEZ / VIGO La lucha de los que sobreviven en la miseria en Asia centró la proyección-coloquio de David Jiménez (Barcelona, 1971), corresponsal del diario "El Mundo" en Asia desde hace diez años. El periodista, que narró las historias de diez niños desfavorecidos en el continente donde viven 69 de cada cien habitantes del mundo, subrayó que hay que diferenciar entre pobreza y miseria: "Si un niño tiene lo suficiente para comer, un entorno familiar que le quiere y va al colegio, entonces puede ser feliz -matizó-. Pero cuando en vez de carencia tienes indignidad, los niños no pueden ser felices. Siempre habrá pobres, pero no se puede permitir que se viva en la absoluta indignidad".

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martes, 10 de junio de 2008

Primer capítulo - A LA SOMBRA DE UN SILENCIOSO LUGAR DE EXTERMINIO (Sam Sotha)

La revolución comunista

El 17 de abril de 1975, el régimen de los jemeres rojos empieza estableciendo su ontrol en la ciudad de Phnom Penh y más adelante propaga su poder a lo largo de todo el país. Mi mujer y yo fuimos una de tantas familias que vivían en la capital y que fuimos expulsados al campo.
Mi nombre es Francis (un nombre católico elegido por un hermano adoptivo de una congregación católica americana) y Sony es el nombre de mi mujer. Nos casamos el 4 de noviembre de 1973. Cuando huimos de la ciudad, no teníamos hijos.
A las nueve y media de la mañana de ese día de abril, las fuerzas de los jemeres rojos llegaron a la capital. La gente estaba aterrorizada. Nosotros habíamos visto cómo las fuerzas armadas de Lon Nol se rindieron a sus brazos y cómo algunas de ellas lo hicieron antes de la irrupción de las fuerzas comunistas. La situación era desalentadora. Todas las tiendas, comercios, escuelas y ofi cinas estaban cerradas.
Al terminar el día todo estaba en calma exceptuando el eco de algunos disparos lejanos. A mi mujer y a mí sólo nos quedaba rezar. Escondimos todos nuestros documentos importantes junto con las fotografías en las que salíamos con algún representante americano o con personalidades religiosas.
Esa noche, el miedo nos mantuvo despiertos. Pensábamos en nuestros familiares de la provincia de Battambang (a trescientos kilómetros al noroeste de Phnom Penh). Nos sentamos en la cama apoyados contra la pared, mirándonos fijamente el uno al otro. No nos hablamos. No podíamos encontrar las palabras adecuadas que expresasen nuestra desesperación.



A la mañana siguiente, las fuerzas comunistas empezaron a expulsar a la gente mientras decían: «Tenéis que marcharos de este lugar durante tres días. Una vez pasados, podréis volver. Si os quedáis aquí, seréis bombardeados por aviones americanos, los superbombarderos B-52». Ése fue el modo que usaron para engañarnos.
Sólo llevábamos dos mudas de ropa en nuestras bolsas.
También llevábamos dos kilos de arroz, una olla para cocinar y el resto del espacio se lo dedicamos a los libros. Mi mujer y yo devastados por el miedo y la esesperación.
¡Dios mío!, nos desplazamos a pie junto con una multitud de personas; al ser abril y la estación seca, hacía mucho calor. Por el camino vimos los cuerpos de aquellos que se habían negado a abandonar la ciudad debido a que padecían alguna enfermedad. Todos nosotros éramos empujados por soldados armados, lo que nos asustaba mucho. El tiempo pasaba y seguíamos sin regresar a nuestros hogares —un día, una semana, un mes…—, y eso nos angustiaba. Las mujeres daban a luz en medio de la carretera y sin ayuda de una comadrona, casi todas morían. Nosotros dormíamos bajo la sombra de los árboles. Nuestro suelo era la tierra, nuestro techo el cielo, y nuestra casa estaba iluminada por las estrellas y la luna llena.
De esta manera tres millones de personas de Phnom Penh se dispersaron por el campo. El viaje nos llevó a la parte suroeste del país, a la que fue la base revolucionaria de los comunistas durante los cinco años de guerra con el ejército republicano de Lon Nol.
Los jemeres rojos arrestaron a las personas que creían que pertenecían a los más altos mandos del gobierno. Éste fue el inicio del exterminio llevado a cabo por el régimen de Pol Pot, lo que él pensaba que sería el primer paso en la revolución comunista mundial.
Las personas que no tenían previsto volver a sus hogares recogieron toda su ropa, sus pertenencias, la comida que tenían, y lo cargaron en sus bicis, motocicletas o coches. Nosotros sin embargo llevábamos nuestras cosas en la mano. Afortunadamente nos encontramos por el camino con unos amigos que llevaban el arroz y las cazuelas para cocinar en sus motos y nos invitaron a ir con ellos. Durante todo el largo recorrido consumimos un saco de arroz (cien kilos).
El 27 de mayo de 1975 llegamos a un pueblo que tenía campos de arroz a los dos lados del camino. Después de preparar nuestra comida, un guardia comunista vino y nos
dijo:
—Tenéis que quedaros en este pueblo y trabajar si no queréis morir. No podéis sobrevivir sin comida. Tenéis que trabajar con los campesinos.
Este hombre registró nuestros nombres y nuestros datos personales en una lista. No le dimos ningún dato verdadero, ni siquiera nuestros nombres reales porque teníamos cuatro amigos que eran tenientes de la Marina Jemer y sabíamos que muchos
militares habían sido arrestados y ejecutados.
A la mañana siguiente decidimos construir una cabaña de paja. Me subí a una palmera por primera vez en mi vida y corté unas hojas para el techo. Nos llevó tres días acabar la cabaña. Era temporada de lluvias y teníamos que trabajar el campo para cultivar las plantaciones de arroz. Normalmente uno de nosotros removía la tierra con un arado tirado por dos bueyes, conocido como «arado de bueyes». Pero desafortunadamente nosotros éramos los «nuevos» (así nos conocían bajo el régimen comunista, o los «del 17» porque los comunistas tomaron el poder el 17 de abril de 1975) y, como tales, no contábamos En mayo de 1975 construimos una cabaña de paja. ¡Sólo Dios sabe lo extenso que era ese campo de arroz!
Una mañana, cuando me desperté, mis cuatro amigos habían desaparecido. Entonces comprendí que habían llevado a cabo el plan del que tanto habían hablado: huir en barco. (Nuestro pueblo estaba situado a sólo tres kilómetros del mar). Las autoridades locales comunistas abrieron una investigación y a menudo me interrogaban sobre mis amigos desaparecidos. Yo siempre contestaba lo mismo: «No sé nada». Durante la temporada de lluvias la comida que nos daban era insufi ciente. Cada uno de nosotros contaba con un kilo de arroz para las tres semanas siguientes y a veces se alargaba a un mes, mientras que los revolucionarios disponían de más comida.
«Éste es el castigo de la clase proletaria de la revolución comunista », decía uno de los líderes de la comuna. Mucha gente murió de inanición, la mayor parte fueron niños y ancianos.
Mi mujer y yo luchamos contra el hambre. Nunca tuvimos la oportunidad de comer carne, pescado o algo sabroso; sólo sopa. Una sopa que hacíamos con un poco de arroz, mucha agua y a la que añadíamos hojas de plátano como si fuesen verdura. Era el tipo de sopa que la gente usaría normalmente para alimentar a los cerdos. Después de comer nunca nos daban tiempo para descansar y teníamos que volver inmediatamente a trabajar. Un día, el líder de la comuna nos llamó para formar un grupo de trabajo con toda la gente joven del pueblo en el que se incluía tanto a hombres como a mujeres, siempre que no tuviesen niños. Se nos asignó trabajar en un bosque cercano a las
montañas, a unos diez kilómetros del pueblo, donde teníamos que talar los árboles hasta convertir el bosque en un campo de maíz. Nos despertaban a las cuatro de la mañana y nos metían prisa ya que teníamos que caminar dos horas hasta llegar al bosque.
Una vez allí, nos daban algo de comer. Un carro tirado por bueyes llevaba los utensilios para cocinar y el combustible necesario. Para cien personas, preparaban dos kilos de arroz en litros y litros de agua. Nos lo comíamos con glutamato. Inmediatamente después volvíamos a trabajar hasta las cuatro de la tarde, sin contar las dos horas que nos llevaba el camino de vuelta a las cabañas.
El trabajo era muy duro y no nos daban permiso para descansar. «Si una persona no trabaja, no come», decían, por lo que hasta la gente enferma tenía que trabajar o moría de hambre. Un día, el encargado de mi grupo me dijo que me esperara con él para empujar la carreta tirada por bueyes, lo que nos llevó una hora y media. Cuando nos acercamos al bosque, unas treinta personas caminaban en fi la india con las manos atadas detrás de la espalda; varios guardias iban junto a ellos. No sabía de dónde salían esas personas ni qué sería de ellas, pero al poco tiempo me quedé paralizado ya que comencé a escuchar sus incontenibles llantos mientras eran ejecutados. El encargado de mi grupo me avisó:
—Si le cuentas a alguien lo que acabas de ver, te mataremos.
Los condenados de camino al lugar donde iban a ser ejecutados.
Mi mujer es la única persona a la que le he contado esta historia en mi vida. Aquella noche rezamos juntos por esos hombres y por sus almas. En el pueblo en el que vivíamos, la mayoría de los hombres fue arrestada por los soldados de Pol Pot. Nunca más volvieron. Todos creímos que habían sido asesinados. Había reuniones en el pueblo una semana tras otra y en una ocasión, al fi nalizar una de ellas, fui a visitar el hospital. No había medicamentos, sólo disponían de plantas y hierbas. Uno de esos días, los guardias del hospital apalearon hasta la muerte a un enfermo que intentaba subir a un cocotero para buscar algo de alimento. Le asesinaron por un coco.

Lanzamiento - A LA SOMBRA DE UN SILENCIOSO LUGAR DE EXTERMINIO, de Sam Sotha

A LA SOMBRA
DE UN SILENCIOSO
LUGAR DE EXTERMINIO

Sam Sotha



Kailas Colección No Ficción
Traducción: Cora Tiedra
14 X 21 cm Rústica
Págs: 139
ISBN-13: 978-84-89624-45-0
Precio: 14,90€

En 1975 el régimen de los jemeres rojos en Camboya toma el control de la capital Phnom Penh y comienza uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad.

El ejército expulsa de la ciudad a varios millones de personas, entre ellas a Sam Sotha y su mujer. Este humilde matrimonio logró sobrevivir al genocidio, pero sufrió la explotación, el hambre y la tiranía que eran prácticas cotidianas del régimen de Pol Pot.

El autor acompaña su relato con dibujos ilustrativos que él mismo realizó mientras sufría la terrible situación a la que logró sobrevivir, y que van intercalados en el texto a modo de complemento gráfico y personal.

Biografía autor: Sam Sotha fue uno de los miles de camboyanos forzados por los jemeres rojos a abandonar su ciudad natal para ser explotados en el campo. En 1982 se instaló en EE.UU. y se convirtió en un destacado defensor de los refugiados y en un activo líder político. Actualmente trabaja como asesor del Primer Ministro de Camboya al servicio de su país.

jueves, 5 de junio de 2008

UNA VEZ - web

Ya puedes visitar la web de UNA VEZ, la novela de Morris Gleitzman que está arrasando en la Feria del libro y que está enganchando a los lectores. Felix está cautivando con sus historias sencillas y su particular forma de ver el mundo, a pesar de la difícil situación en la que se encuentra.

Además ahora puedes entrar en el FORO y dejar tus comentarios, impresiones, opiniones...

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miércoles, 4 de junio de 2008

Feria del libro - Firma de Ramiro Calle

Ramiro Calle firmando su obra publicada en Kailas el pasado domingo.

Fotgrafía copyright: Yolanda García Serrano